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Europa 25/04/2015

España: El declive de la producción de patata

La patata, especialmente la de media estación y la tardía, ha sido tradicionalmente una de las producciones que ha generado los mayores conflictos en el sector agrario, consecuencia de los excedentes y de los bajos precios.

La patata, especialmente la de media estación y la tardía, ha sido tradicionalmente una de las producciones que ha generado los mayores conflictos en el sector agrario, consecuencia de los excedentes y de los bajos precios. A campañas con cosechas bajas y precios elevados suelen seguir otras con reducciones de superficies y precios disparados. Se trata de un cultivo que va por ciclos, aunque en conjunto, si tenemos en cuenta datos históricos, la realidad es que las superficies de siembra se han ido reduciendo progresivamente por su falta de rentabilidad para operar en los mercados y, allí donde existen posibilidades de cultivos alternativos, los agricultores optaron por otras producciones como el maíz, colza o la propia remolacha.

Aunque es un solo cultivo en realidad se trata de cuatro producciones diferentes, cada una con su propia problemática desde la siembra hasta su comercialización.

Por su reducido volumen de superficies y de producciones, poco más de 4.000 hectáreas y algo más de 100.000 toneladas de cosechas medias, la patata extra temprana en, fundamentalmente en las provincias del sur, Canarias o Levante, no suele tener problemas de precios, los más elevados en el primer trimestre del año y la misma tiene una importante comercialización en el exterior, especialmente en los mercados comunitarios del norte.

Una situación muy parecida se repite con la patata temprana, en las mismas zonas productoras a las que se suman ya otras como Galicia, con una superficie total en toda España de unas 14.000 hectáreas y una producción más elevada hasta una media de las 450.000 toneladas cuya comercialización ya se lleva a cabo, en su mayor parte en el territorio español.

Con unas superficies ya más importantes se halla ya la patata de media estación donde el grueso de las siembras corresponde a ambas mesetas así como a parte de la zona del Ebro especialmente a Álava y La Rioja además de Galicia con algo más de 30.000 hectáreas en su conjunto y unas producciones medias de cerca del millón de toneladas con una comercialización generalizada en el mercado interior en los meses de verano y otoño. Finalmente la patata tardía, otras 30.000 hectáreas de cultivo en los últimos años y una producción también cercana al millón de toneladas en las mismas zonas que la de media estación, con una mayor presencia en Castilla y León y La Rioja, comercializada casi totalmente en España y donde se suelen producir las mayores caídas de los precios por la competencia de las importaciones comunitarias.

Con o sin precios rentables para el agricultor, con conflictos o sin ellos, la realidad es que el cultivo de la patata ha ido a menos en las últimas décadas y amenaza con seguir en la misma línea de caída. En la década de los noventa, la superficie dedicada en total a este cultivo superaba las 200.000 hectáreas, volumen que se ha ido reduciendo año tras año, hasta caer a las 130.000 hectáreas en el año 2000, sobre todo allí donde las producciones se enfocan principalmente a su comercialización, casos de Castilla y León o La Rioja, mientras los problemas son menores allí donde tiene un mayor peso el autoconsumo o se ha creado una imagen diferenciada de calidad ante el consumidor como ha sido inicialmente el caso de Galicia, a la que se ha sumado Castilla y León con Tierra de sabor

La campaña pasada, por un aumento de la producción y las importaciones baratas que llegan a dominar totalmente mercados como el catalán por su cercanía con Francia, los precios de la patata de media estación iniciaron una caída que se agravó en la patata tardía con unas cotizaciones en origen que llegaron a menos de cinco céntimos kilo, cifras lejos de los niveles mínimos de rentabilidad al no cubrir los costes de producción.

Con ese precedente más cercano, para esta campaña, muchos cultivadores de esta patata han decidido abandonar el cultivo y buscar otras producciones alternativas que, en el caso de Castilla y León se concretarían en el maíz, la colza y hasta la propia remolacha que, en muchos casos, habían abandonado. Según las estimaciones de los productores, frente a una superficie de cultivo la campaña pasada de unas 75.000 hectáreas en total, la actual previsión se cifra en solo unas 60.000 hectáreas, lo que supone ir, poco a poco, arrinconado el cultivo.

Una de las razones de este abandono progresivo se halla en los bajos precios de la campaña anterior y la búsqueda de otras alternativas para sus tierras. La otra, el fuerte aumento de las importaciones baratas procedentes de otros países comunitarios desde donde entran anualmente entre 700.000 y 800.000 toneladas. Hace unos años, el grueso de esas importaciones procedía de Holanda. Hoy, la mayor parte corresponde a la patata francesa con unas 500.000 toneladas, mientras el resto, casi a partes iguales se lo reparten holandeses, alemanes ingleses. En cualquier caso, el mercado español de la patata se halla cautivo de las exportaciones procedentes desde otros países comunitarios al norte donde, además de lograr unos elevados rendimientos con unos menores costes derivados de su climatología, disponen de unas buenas estructuras comercializadoras.

La otra parte del problema se halla en las exportaciones que se sitúan en una media de solo unas 240.000 toneladas donde una parte importante corresponde a la patatas tempranas hacia los países al norte de la Unión Europea, mientras las exportaciones españolas de patata de media estación y tardía, tienen a Portugal como principal destinatario.

En España, el consumo de la patata en los últimos años tuvo un comportamiento negativo en los hogares, situación que poco a poco se ha ido recuperando. La demanda más importante se halla en las industrias y en la restauración.

Antaño, antes del ingreso en la Unión Europea, existían algunos mecanismos muy directos ante un conflicto en la patata y los excedentes se trataban de solventar vía medias de comprar en intervención o con subvenciones públicas para su destino a consumo animal.

Hoy, en el marco comunitario, los problemas de bajos precios en este mercado se suelen dejar morir. Desde la propia Administración se llama a los cultivadores a la constitución de organizaciones de productores de cara a defender mejor sus precios, con mejores procesos de concentración de la oferta, medidas de comercialización, aumentando la venta del envasado diferenciado por variedades o tamaños, etcétera, frente a los graneles. En la actualidad, con sus propios recursos, principalmente los productores de patata tardía han puesto en marcha una campaña en aras de lograr un mayor consumo en el mercado interior de la patata nacional.

Fuente: http://www.laregion.es/opinion/vidal-mate/declive-produccion-patata/20150425082230539724.html


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