España: Evitar los golpes a la patata para que conserve todo su valor

La campaña de la patata anuncia buenos precios y una elevada demanda cuando llegue el momento del arranque, pero las prisas pueden no ser buenas y hay que recordar la necesidad de tratar con mimo el producto. Sobre todo cuando la premura lleve a recoger un tubérculo con la piel aún demasiado fina y sensible.

Las patatas que se entreguen en mal estado por haber sido golpeadas pueden perder su valor y más de uno verá peligrar ese dinero que lleva esperando desde la siembra.

Una de las claves a la hora de evitar el maltrato reside en sacar el tubérculo con mucha tierra, lo que le ahorra golpes, evitar el roce con las partes metálicas de la máquina y lograr que no se golpee al caer sobre el montón. Por eso lo ideal es la recogida a mano, como defiende Rafael Veganzones desde su explotación en Fompedraza, en la Ribera vallisoletana. Utiliza una arrancadora de patata con extracción por cuchilla y discos laterales cortantes fabricada por la compañía Horpiso en Peñafiel.

La suya es una patata de alta calidad y con esta arrancadora “se recoge a mano y no se golpea, además de ofrecer un elevado rendimiento”. Rafael arranca la patata en los meses de octubre y noviembre, cuando es muy habitual que hiele al amanecer, “de modo que no puedes arrancar por la noche y dejarlo listo para recoger, ni tampoco madrugar para ir adelantando el trabajo”. Así, “empiezas a arrancar a las 8,30 horas y a las nueve, cuando se incorpora la cuadrilla que recoge la patata, ya tiene trabajo de sobra”, apunta.

José de la Torre, de Canalejas de Peñafiel, también optó por la arrancadora de Horpiso dados los problemas que le generaba la arrancadora mecánica a la hora de separar la patata de las piedras y terrones. De hecho, con aquella máquina empleaba a sus trabajadores en separar la patata de las piedras y los terrones, mientras que ahora se dedican a recoger las patatas a mano, que es un sistema más eficiente y más respetuoso con el producto.

El buen rendimiento de la máquina fabricada por Horpiso tiene su secreto en la suavidad en el manejo, adecuando la potencia al tipo de suelo. “Incluso dentro de un mismo surco puedo ir a 2 o a 4,5 kilómetros por hora”, señala José, para quien es un error “ir todo el tiempo a la misma velocidad, ya que la patata puede dar botes y golpearse”.

En los terrenos más duros

La arrancadora de Horpiso es robusta y versátil, ya que permite extraer no solo patata, sino también cebolla y zanahoria, e incluso boniato en Andalucía. Funciona muy bien en los terrenos más duros y pedregosos, y es una máquina que se compra para que dure muchos años. El responsable de la compañía, José María ‘Chema’ de la Horra, destaca entre sus ventajas su fácil mantenimiento. “La mayor parte de las veces es el propio agricultor el que cambia las rejas, cadenas o rodillos de apoyo de las cadenas”.

Destaca que su producto está presente en todas las zonas patateras de España, lo que por supuesto incluye el sur, pero también regiones como Castilla-La Mancha o Galicia. Incluso está presente en Chile, Cuba, Portugal o el Magreb.

Como fabricante, Chema ajusta la máquina a las diferentes formas de trabajar, sobre todo en lo que se refiere a los marcos de plantación. En el mercado español, ofrece dos dimensiones diferentes, de cuatro líneas (con una anchura total de tres metros) y de dos, con la mitad de envergadura, lo que permite abarcar distintos tipos de explotación. Eso sí, cada vez se venden más unidades de cuatro líneas, a medida que el sector se va haciendo más profesional y las fincas van siendo de mayor dimensión. La máquina de dos líneas se puede mover con un tractor de 50 o 60 caballos, mientras que la de cuatro necesita un mínimo de 90 caballos, siempre que tenga doble tracción.

‘Respetar’ la patata

Para Chema, el secreto de su arrancadora está en el respeto a la patata, que se consigue gracias a la parrilla vibratoria que incluye la arrancadora en su parte trasera; evita que el tubérculo se golpee en la caída desde el final de la cadena hasta el suelo, donde es recogido de forma manual. “En las cosechadoras, al pasar por tantas cintas la patata se golpea y se acaba poniendo negra, de modo que pierde gran parte de su valor”, apunta.