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Latam 30/04/2018

Venezuela: “Pudimos sembrar papa porque hace poco nos llegó una migaja de insumos”

La producción en Táchira, que hace 10 años abastecía 90% del país, no llega a 40%. La falta de químicos y semillas ha afectado en cantidad y calidad las cosechas de papas, zanahorias y cebollas

En un cultivo de papas, situado en Sabana Grande, municipio Jáuregui en el estado Táchira, los suministros alcanzaron para sembrar solo un pedazo del terreno. El trabajador Adinael Sánchez araba con dos bueyes la otra parte para acondicionarla. Unos metros más allá, Ricardo Guerrero, productor y dueño del terreno, relataba que consiguió agroquímicos de Colombia para la siembra y que utilizarán semillas recicladas. 

“Sufrimos una escasez tan profunda que nos llevó a depender de las casas comerciales colombianas. Adquirimos agroquímicos para combatir las plagas y sembrar 150 sacos de papas en 10 hectáreas, cuando antes sembrábamos entre 800 y 1.000 sacos en 35 hectáreas”, afirma Guerrero.

Sánchez toma una pausa, se acerca y dice: “Pudimos sembrar porque, gracias a Dios, hace poco nos llegó una migaja de insumos”. Advierte que fue cuestión de suerte porque cuando va a La Grita no los consigue o no siempre encuentra lo que necesita. Un grupo de jóvenes, que también labora en el terreno, interviene en la conversación. Comenta que el miércoles de la semana pasada algunas personas robaron una pimpina de 10 litros de agroquímicos.

La severa escasez de agroinsumos no solo ha mermado la cantidad y la calidad de los cultivos de Sabana Grande; en otras zonas andinas ocurre lo mismo. En una siembra de papas, ubicada en el páramo El Rosal, los productores usaron un veneno para protegerla de un gusano que se come el tubérculo, pero no funcionó: la cosecha salió picada.

“Los venenos que vende Agropatria no sirven”, asegura Edgar Parra, productor de zanahoria, papa y ajoporro. Una parte de la cosecha de zanahoria que cultivó no creció ni desarrolló los nutrientes. Eran pequeñas, sin las hojas verdes y en mal estado. “No se consigue el veneno que las protege de las babosas y lombrices que impiden que crezcan”, añade. En otra parte del sembradío no lograron buenos resultados con las zanahorias porque el agricultor utilizó semillas para el consumo animal. 

Ronald Méndez, ingeniero agrónomo, se refiere a otro caso: el de las 1.000 latas de semilla de cebolla que se sembraron en el páramo tachirense, 50% se secaron por falta del agrotóxico que protege al cultivo de 2 hongos que aparecen por la humedad.

Todo esto ha traído sus consecuencias. Productores coinciden en que Táchira, de ser conocido hace 10 años como el principal productor de vegetales que abastecía 90% del país, ahora atraviesa el año más crítico: la producción no llega ni a 40% y los cultivos de lechuga y brócoli son casi nulos. 

Antonio Duque, productor por más de una década, señala que por las malas políticas del gobierno Táchira dejó de ser el estado clave en producción de vegetales. “Estamos en caída libre desde la expropiación de Agroisleña. Los productores sembramos con mucho sacrificio. Las semillas que se consiguen engañan al productor y son muy costosas”, agrega.

Productores comparan la oferta de agroinsumos cuando existía Agroisleña con el abastecimiento de los supermercados. “Era como cuando uno hacía mercado antes. Elegías la marca que querías comprar de cualquier producto, pero ahora producir es caótico. Uno cuenta únicamente con lo que necesita para el día”, expresa Jorge Alexis Zambrano, productor de cebollín, cebolla y caraotas del sector Venegara.

Sin incentivos

Los ingresos que perciben los agricultores dejaron de ser un incentivo para muchos. Algunos han optado por trabajar en Colombia para ganar en pesos, una moneda que es aceptaba por comercios y buhoneros en Táchira.

Fortunato Pérez, productor con 12 hectáreas de la finca Santa Bárbara, cuenta que un agricultor gana en Colombia 20.000 pesos diarios. Dice que solo con una semana de trabajo allá se puede comer un mes en Venezuela. “En cambio lo que percibe un trabajador aquí por laborar 2 semanas solo le alcanza para comer un día”. Él perdió 8 trabajadores.

Alexis Duque, quien lleva 12 años como productor, coincide en que los ingresos no alcanzan. “Comemos lo que cultivamos, pues ya no se puede comprar productos como arroz y pasta”, comenta. 

Horas de espera por la gasolina

El tiempo es oro para los productores. Desde tempranas horas del día se despiertan para trabajar la tierra hasta la tarde, incluso los fines de semana. Pero la fuerte escasez de gasolina, necesaria para transportarlos a ellos y los agroinsumos a los campos, ha causado que pierdan mucho tiempo en una cola para llenar el tanque. El productor Jorge Alexis Zambrano cuenta que esperó más de cuatro horas el viernes pasado para echar gasolina. Relató que hace dos semanas estuvo seis horas en una cola mientras esperaba que regresara la electricidad. A pesar de que volvió el servicio eléctrico, en poco tiempo hubo otro corte. Zambrano no pudo llenar el tanque de gasolina. Afirma que desde hace un mes se agudizó la situación y que la semana pasada solo llegó una gandola, a pesar de que normalmente son dos las que suministran por semana. El sábado pasado más de 80 vehículos, entre ellos de productores, hacían cola en La Grita para llenar el tanque. Uno de ellos relató que cada 15 días viaja a esa ciudad donde vive la dueña de la finca y aprovecha para echar gasolina. Mientras conversaba le quedaban aún varias horas de espera.

Bolsa agrícola: revendedores y denuncias

La bolsa agrícola, que se realizó la semana pasada en La Grita, estaba llena de productores que ofrecían sus cosechas a ferieros. Cada domingo en la mañana los agricultores acuden al lugar y fijan los precios. Es también la ocasión para que los revendedores de agroinsumos hagan sus ofertas. En un camión que estaba en la entrada, vendían el litro de Gramocil, un herbicida, en un millón de bolívares.

Otros merodean con los productos en sus manos. Uno de ellos ofrecía una lata de 450 gramos de semillas de cilantro en 5 millones de bolívares. Varios productores se acercaron y, después de preguntar por los precios, conversaron entre ellos para definir si se trataba de un buen negocio. La bolsa agrícola es también un lugar donde se desahogan por la fuerte crisis que vive el sector agrícola. “Perdí 50 hectáreas de cebollas en Guárico”, lamentó Jaime Ramos. Otros productores se reunieron, alterados y molestos, para discutir sobre las detenciones a ferieros que se han registrado en las últimas semanas. Varios hablaban al mismo tiempo. Uno de los hombres que estaba allí relató: “Militares detuvieron en Guadualito a un camión que transportaba hortalizas. Le quitaron todo sin pagarle nada”.

“Los venenos que vende Agropatria no sirven”, asegura Edgar Parra, productor de zanahoria, papa y ajoporro. Una parte de la cosecha de zanahoria que cultivó no creció ni desarrolló los nutrientes. Eran pequeñas, sin las hojas verdes y en mal estado. “No se consigue el veneno que las protege de las babosas y lombrices que impiden que crezcan”, añade. En otra parte del sembradío no lograron buenos resultados con las zanahorias porque el agricultor utilizó semillas para el consumo animal. 

Ronald Méndez, ingeniero agrónomo, se refiere a otro caso: el de las 1.000 latas de semilla de cebolla que se sembraron en el páramo tachirense, 50% se secaron por falta del agrotóxico que protege al cultivo de 2 hongos que aparecen por la humedad.Todo esto ha traído sus consecuencias. Productores coinciden en que Táchira, de ser conocido hace 10 años como el principal productor de vegetales que abastecía 90% del país, ahora atraviesa el año más crítico: la producción no llega ni a 40% y los cultivos de lechuga y brócoli son casi nulos. 

Antonio Duque, productor por más de una década, señala que por las malas políticas del gobierno Táchira dejó de ser el estado clave en producción de vegetales. “Estamos en caída libre desde la expropiación de Agroisleña. Los productores sembramos con mucho sacrificio. Las semillas que se consiguen engañan al productor y son muy costosas”, agrega.

Productores comparan la oferta de agroinsumos cuando existía Agroisleña con el abastecimiento de los supermercados. “Era como cuando uno hacía mercado antes. Elegías la marca que querías comprar de cualquier producto, pero ahora producir es caótico. Uno cuenta únicamente con lo que necesita para el día”, expresa Jorge Alexis Zambrano, productor de cebollín, cebolla y caraotas del sector Venegara.

Sin incentivos

Los ingresos que perciben los agricultores dejaron de ser un incentivo para muchos. Algunos han optado por trabajar en Colombia para ganar en pesos, una moneda que es aceptaba por comercios y buhoneros en Táchira.

Fortunato Pérez, productor con 12 hectáreas de la finca Santa Bárbara, cuenta que un agricultor gana en Colombia 20.000 pesos diarios. Dice que solo con una semana de trabajo allá se puede comer un mes en Venezuela. “En cambio lo que percibe un trabajador aquí por laborar 2 semanas solo le alcanza para comer un día”. Él perdió 8 trabajadores.

Alexis Duque, quien lleva 12 años como productor, coincide en que los ingresos no alcanzan. “Comemos lo que cultivamos, pues ya no se puede comprar productos como arroz y pasta”, comenta. 

Horas de espera por la gasolina

El tiempo es oro para los productores. Desde tempranas horas del día se despiertan para trabajar la tierra hasta la tarde, incluso los fines de semana. Pero la fuerte escasez de gasolina, necesaria para transportarlos a ellos y los agroinsumos a los campos, ha causado que pierdan mucho tiempo en una cola para llenar el tanque. El productor Jorge Alexis Zambrano cuenta que esperó más de cuatro horas el viernes pasado para echar gasolina. Relató que hace dos semanas estuvo seis horas en una cola mientras esperaba que regresara la electricidad. A pesar de que volvió el servicio eléctrico, en poco tiempo hubo otro corte. Zambrano no pudo llenar el tanque de gasolina. Afirma que desde hace un mes se agudizó la situación y que la semana pasada solo llegó una gandola, a pesar de que normalmente son dos las que suministran por semana.

El sábado pasado más de 80 vehículos, entre ellos de productores, hacían cola en La Grita para llenar el tanque. Uno de ellos relató que cada 15 días viaja a esa ciudad donde vive la dueña de la finca y aprovecha para echar gasolina. Mientras conversaba le quedaban aún varias horas de espera.

Bolsa agrícola: revendedores y denuncias

La bolsa agrícola, que se realizó la semana pasada en La Grita, estaba llena de productores que ofrecían sus cosechas a ferieros. Cada domingo en la mañana los agricultores acuden al lugar y fijan los precios. Es también la ocasión para que los revendedores de agroinsumos hagan sus ofertas. En un camión que estaba en la entrada, vendían el litro de Gramocil, un herbicida, en un millón de bolívares.

Otros merodean con los productos en sus manos. Uno de ellos ofrecía una lata de 450 gramos de semillas de cilantro en 5 millones de bolívares. Varios productores se acercaron y, después de preguntar por los precios, conversaron entre ellos para definir si se trataba de un buen negocio. La bolsa agrícola es también un lugar donde se desahogan por la fuerte crisis que vive el sector agrícola. “Perdí 50 hectáreas de cebollas en Guárico”, lamentó Jaime Ramos. Otros productores se reunieron, alterados y molestos, para discutir sobre las detenciones a ferieros que se han registrado en las últimas semanas. Varios hablaban al mismo tiempo. Uno de los hombres que estaba allí relató: “Militares detuvieron en Guadualito a un camión que transportaba hortalizas. Le quitaron todo sin pagarle nada”.

Fuente: http://www.el-nacional.com/noticias/economia/pudimos-sembrar-porque-hace-poco-nos-llego-una-migaja-insumos_232966


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