Jueves 25 de Abril de 2024
El portal de la papa en Argentina
0%Variación precio
puestos MCBA
  • Cielos nubosos con lluvias débilesBalcarceBuenos Aires, Argentina
    - 16°
  • Cielos nubososVilla DoloresCórdoba, Argentina
    13° - 22°
  • Cielos cubiertos con lluvias débilesRosarioSanta Fe, Argentina
    13° - 18°
  • Intervalos nubososEstacion UspallataMendoza, Argentina
    - 24°
  • Cielos nubososCandelariaSan Luis, Argentina
    14° - 23°
  • Intervalos nubososChoele ChoelRío Negro, Argentina
    10° - 20°
  • Cielos nubososSan Miguel de Tuc.Tucumán, Argentina
    15° - 21°
Ampliar
 Buscador de Noticias
Asia 18/04/2021

Corea del Norte: El himno norcoreano para ’la revolución de la patata’ (VIDEO)

La campaña oficial para promover el consumo de este tubérculo tuvo una vertiente musical, con canciones que elogiaban su sabor y sus efectos saludables: «Implícate en el cultivo de la patata y vive muchos años»

Ver Video
Kim Jong-un, tercer ’líder supremo’ de Corea del Norte, visita una planta de producción de patatas. / KCNA

La mayoría de los títulos que van apareciendo en esta sección han nacido como respuesta popular a alguna coyuntura económica: la inflación, el desempleo, los apuros de la clases desfavorecidas, la implantación de algún nuevo impuesto...

Pero, por supuesto, la música económica también tiene una vertiente propagandística, en la que es el Gobierno quien recurre a las canciones como interesante apoyo para sus políticas. Ya hemos visto por aquí ejemplos como ’I Paid My Income Tax Today’, de Irving Berlin, con la que el Tesoro de Estados Unidos trataba de popularizar su reforma tributaria de cara a financiar la participación en la Segunda Guerra Mundial, o como los breves ’jingles’ con los que el trío satírico The Scaffold aclaraba algunas dudas de los británicos ante el salto a un sistema monetario de base decimal, pero hoy viajaremos hasta uno de los centros mundiales de la propaganda, Corea del Norte, un lugar donde los planes estatales rigen cada detalle de la vida cotidiana. La música, por supuesto, no constituye una excepción, y ese férreo control ha dado frutos tan surrealistas como el himno a la patata.

La canción es uno de esos casos en los que lo dramático se codea con lo absurdo. La segunda mitad de los 90 fue un periodo trágico para los norcoreanos, marcado por una hambruna que se cobró doscientas mil vidas, según las propias autoridades del país, y entre medio millón y dos millones, si atendemos a otras fuentes. 

Entre las medidas adoptadas por el Gobierno (entonces en manos del segundo ’líder supremo’, Kim Jong-il) destacaba el empeño por inculcar a los norcoreanos el amor por la patata, un alimento que tradicionalmente habían desdeñado en favor del arroz. El propio padre de Kim Jong-il (es decir, el primer ’líder supremo’, Kim Il-sung) había escrito en sus memorias que «todo el mundo sabe que, si una persona come solo patatas durante unos cuantos días, enfermará y perderá el apetito». Pero, en la situación catastrófica de los 90, la patata se presentaba como un producto mágico, fácil de cultivar en la fría y montañosa Corea del Norte y capaz de sustentar a millones de personas.

Un paraíso en la tierra

El Gobierno instaló a numerosos soldados desmovilizados en las provincias del nordeste, como mano de obra para las explotaciones patateras, y emprendió una campaña propagandística en todos los frentes: no era raro, por ejemplo, que en mitad de una teleserie apareciese un diálogo ponderando las admirables virtudes del humilde tubérculo, a la vez que se hacían populares lemas como ’la patata es el rey de los campos’. 

En el apartado musical, estos planteamientos cristalizaron en la canción ’El orgullo de la patata’, para cuya traducción vamos a confiar en el blog NK Pop. «En nuestro pueblo, el día de la distribución de patatas, / un hombre mayor dispuso un banquete de cumpleaños sobre la mesa / e invitó a todos a unirse», explican los primeros versos. 

Por supuesto, el festín está basado de manera casi exclusiva en la patata (con adaptaciones de recetas tradicionales como el tteok, que habitualmente se prepara con arroz glutinoso) y los convidados celebran ese menú monotemático: «Las abuelas expresan su aprobación / mientras los niños van de aquí para allá. / ’Los dulces de patata son los mejores’, dicen. / El viejo que comió un montón y alcanzó una edad avanzada / dice, mientras vacía un vaso de licor de patata: / ’Ay, nuestro mundo es tan bueno’ (...). / En el pasado, la gente vivía pobremente / en esta apartada región, / que hoy el abrazo del partido ha convertido en un paraíso en la tierra. / Implícate en el cultivo de la patata y vive muchos años, / ten muchos hijos y disfruta los placeres de la vida».

El resultado es una canción de folk-pop sorprendentemente pegadiza, pero habría hecho falta mucho más para vencer la resistencia de los coreanos a consumir este producto ajeno a su cultura. 

Según recoge la agencia NK News, el propio Kim Jong-il se quejó, durante una visita a Rusia en el año 2000, de las dificultades que estaba encarando su ’revolución de la patata’: «Vosotros los rusos tenéis mucha tradición de comer patatas. Yo también estoy intentando introducirlas en Corea, pero con poco éxito por ahora. Sería mucho más práctico y barato alimentar con patatas a las unidades militares establecidas en la provincia norteña de Ryanggang. 

Pero, a pesar de las buenas cosechas de patata, nuestros militares piden arroz, muy caro de transportar desde Ryanggang. Mira a los alemanes, se han acostumbrado a la patata y la han convertido en su alimento básico. ¿Por qué no podemos hacer lo mismo en Corea del Norte?», se preguntaba el líder, en una inusual manifestación de impotencia. En ese mismo artículo de NK News, la profesora y periodista Tatiana Gabroussenko analizaba hasta qué punto los desvelos del ’líder supremo’ lograron cambiar finalmente los hábitos gastronómicos del país: «Las encuestas a refugiados norcoreanos en el Sur muestran que la generación más joven de norcoreanos, que pasó su infancia y juventud durante la hambruna, tiende a percibir la patata como una comida aceptable, aunque por debajo del arroz. 

Los refugiados que pertenecen a generaciones mayores tienden a mofarse de la ’campaña de la patata’ como un penoso intento de los políticos norcoreanos de hacer virtud de la más acuciante necesidad».

Fuente: elcorreo.com


Te puede interesar