España: El Gobierno sigue cerrado a la aplicación de tratamientos con dron
Solo se ha abierto una ligera brecha en relación con tres municipios sevillanos, que han podido realizar tratamientos convencionales hasta el 13 de abril. El tratamiento aéreo únicamente se permite con productos ‘eco’

La Dirección General de Sanidad de la Producción Agroalimentaria del MAPA ha autorizado a combatir el mildiu con ciazofamida, por medios aéreos, en tres municipios de Sevilla.
Se trata de una ocasión excepcional, en una decisión que ha habido que pelear en los despachos y donde ha tenido un gran peso la situación agónica de cultivos como la patata en los municipios de Aznalcázar, Villamanrique de la Condesa y Alcalá del Río.
Esta ‘bula’ solo tuvo vigencia sobre sobre 165,81 hectáreas concretas y hasta el 13 de abril. Los agricultores de patata necesitaban tratar ya contra estas enfermedades, “pero los suelos anegados hacen imposible hacerlo desde el suelo; la única solución es hacerlo desde el aire”, recalcaba Marco Román, presidente del Sector de la Patata de Asociafruit, que trabajó codo con codo con la Consejería de Agricultura de Andalucía para la aprobación del plan de vuelo.
La autorización establecía que se respete la banda de seguridad recogida en los planes de aplicación aérea, autorizados por la Delegación Territorial de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural de Sevilla, hasta las masas de agua, asentamientos apícolas, cultivos ecológicos y otros cultivos no objeto del tratamiento.
“Hacer presión”
Después de esta tímida, aunque relevante, conquista Marco Román ha realizado un llamamiento a que todas asociaciones de productores y empresas del sector “hagamos la presión necesaria para que la administración considere el dron como un tratamiento terrestre y no aéreo. O que se cambie la normativa en Europa para que se pueda utilizar”. “La burocracia no tiene que ir siempre por detrás de los avances tecnológicos”, recalca.
Con respecto a los fitosanitarios, “tanto los fabricantes como el ministerio tienen que trabajar a una para que tengamos herramientas eficaces, como por ejemplo tener productos aptos para poder utilizar con drones”. También recuerda que hay productos que se utilizan “en Francia o Portugal y aquí no los podemos usar, o productos que en Europa tienen un plazo de seguridad de 3 días y aquí en España de 21”.
Además, reclama que las estrategias de excepcionalidad “estén diseñadas antes de la campaña con las diferentes consejerías y el ministerio para cuando ocurran las situaciones excepcionales solo haya que ponerlas en práctica”.
Un agricultor “desarmado”
También en Sevilla, Álvaro Pallarés, que dirige una compañía de servicios en Isla Mayor, lamenta que el agricultor “está cada vez más desarmado ante las enfermedades de los cultivos por la desaparición de materias activas”.
“Lo que sucede es que se reduce el número de productos autorizados, mientras las compañías reducen sus inversiones en investigación. Son conscientes de que sacar un nuevo producto al mercado es muy costoso y puede tardar más de diez años, con lo que la inversión no les resulta rentable”, recalca.
Por eso el agricultor va apostando por los productos nuevos, como los bioestimulantes, “pero cuando aparece un ataque importante lo que hace falta es tratar con productos convencionales”.
Al mismo tiempo está la lentitud de las administraciones para adaptar el marco legal a la actualidad. Como en el caso de los drones, “que son necesarios para realizar tratamientos en determinadas condiciones, y sin embargo no se puede emplear para tratamientos en cultivos convencionales”.
Pese a esa cerrazón, “disponemos de ensayos auditados para analizar las diferencias entre los tratamientos mediante tractor, avión y dron. La conclusión es que el dron se comporta como un tractor a todos los efectos”.
El dron, una prioridad
Ángel Bonel, agricultor de Vera del Moncayo (Zaragoza), trasladó recientemente al consejero de Agricultura de Aragón, Javier Rincón, que una de las mejoras que necesita el campo es que se apruebe el dron como medio terrestre.
“Se ha demostrado en las últimas semanas, ya que es en periodos de lluvia cuando la amenaza del mildiu es más acuciante,” pero también “en momento de riego de los meses de julio y agosto, cuando las necesidades hídricas son más altas y el uso del dron nos permite no interrumpir el riego”, con lo que las producciones por hectárea no se resienten. Es algo en lo que coincidía Rincón, que se comprometió a explorar fórmulas para adaptar esa necesidad a la normativa nacional y europea.
Para Bonel, esa es una de las prioridades del campo español en relación con la sanidad vegetal, mientras que hasta cierto punto relativiza la gravedad de que vayan desapareciendo materias activas. En el fondo, “ya estamos acostumbrados a ese proceso y nuestro desarrollo es constante para irnos adaptando a unas materias activas diferentes o incluso a producir en ecológico”.
A tres metros sobre el suelo
Carlos García Yagüe, de Aerobur, que comercializa estos dispositivos en la mitad norte de España, ha analizado la autorización puntual emitida por el ministerio y destaca que en su redacción se percibe que está pensando en avionetas o helicópteros, y no en drones. Este detalle revela que para el ministerio es lo mismo un medio que otro, a pesar de la evidencia.
“Situarse a tres metros sobre el suelo no es un medio aéreo y, de hecho, incluso los brazos de un tractor pueden estar por encima de esa altura en un momento dado”, recalca.
La decisión del MAPA, aunque puntual, “lo que hace es demostrar la importancia de esta herramienta”. El problema con las lluvias “no es de Sevilla, es de toda España”, lo que está llevando a “situaciones absurdas” que podrían evitarse con una normativa más ajustada ala realidad.
García Yagüe se muestra “100% a favor” de que el dron se apruebe como tratamiento terrestre, y que a partir de ahí se sea “absolutamente estricto” con la persona encargada de realizar la aplicación; que esté capacitada oficialmente y se controle su labor.
Según señala, incluso AEPLA, la organización que representa a las empresas fabricantes de productos fitosanitarios, ha realizado diversos estudios que demuestran que las aplicaciones con dron no se pueden considerar aéreas, “tanto por cómo se distribuye el producto como por las posibles derivas”.
Fuente: revistacampo.es