Bélgica: Productores de papa belgas apuestan por la solidaridad

Lo que Romain Cools consideró como una broma espontánea pero sin importancia en una entrevista en los medios, pidiendo a los belgas que "coman más papas fritas", se volvió viral, con personas de todo el mundo adhiriéndose a la idea de ayudar a los agricultores belgas.

Se ríe de que su sugerencia fue simplemente que "todos los belgas ahora comen una papa más para ayudar a nuestra industria a salir de este problema". Cools es el secretario general de Belgapom, la asociación que incluye a todos los procesadores de papa belgas, y el "problema" es que 750,000 toneladas del tubérculo que debería haber sido procesado en alimentos congelados y enviado a Bélgica se echarán a perder el próximo mes. .

Su teléfono nunca dejó de sonar. Luego, Cools se dio cuenta rápidamente de que necesitaba capitalizar el amor universal de las personas por las papas fritas. "Hacemos un llamado al resto del mundo para que también coma más papas fritas", dijo. "Y si pueden, por supuesto, preferiblemente, nos gustaría que coman papas fritas belgas". Esto debería ser posible, al menos en condiciones normales.

Bélgica es el mayor exportador mundial de productos de papa congelados. La industria de la papa procesada en su conjunto genera 2 mil millones de euros al año. Pero las condiciones en tiempos de coronavirus no son normales. El exceso ya es un desastre desde el principio. En la granja de Marc de Tavernier en Bellegem, muestra un enorme almacén lleno de toneladas de papas esperando ser transportadas. Pero él es uno de los afortunados: la mayoría de sus papas se cultivaron bajo contrato con compañías procesadoras.

Cools dice que los productores que no son tan afortunados tienen cosechas destinadas al mercado libre, cuyo precio es ahora un vigésimo de lo habitual, menos de un euro por cada 100 kilos, si alguien quisiera comprarlos, lo cual no es el caso.

Los agricultores acordaron pagarles el mismo precio que antes de la crisis del coronavirus, pero eso solo lleva el problema un paso más allá, en lo que Cools llama la "cadena de valor de la papa". Él dice que algunos compradores en el comercio de alimentos congelados se niegan a pagar el precio, sabiendo que los procesadores tienen mucho suministro disponible.

En la planta de Mydibel en Mouscron, Jolien Mylle dice que los tiempos son difíciles para la compañía, que ha pertenecido a su familia durante tres generaciones y que tiene un profundo compromiso con toda la cadena de suministro. Ella misma se graduó en farmacia, pero decidió que realmente quería estar en la fábrica y luego regresó para dirigir el equipo de investigación de mercado de la compañía.

"Nos preocupamos mucho por nuestros proveedores, porque vemos a nuestros agricultores como nuestros socios, por eso nos preocupamos por ellos", dice Mylle. Ella reconoce estar "muy preocupada" por el futuro. "Nuestro negocio es el 70% de servicio de alimentos, por lo que este producto va a restaurantes", explica. "Exportamos a más de 130 países en el mundo. Muchos restaurantes están cerrados, por lo que nuestras ventas también están cayendo".

Alternativas contra el desperdicio.

Cools dice que parte del exceso se está utilizando para la alimentación animal y parte para la energía verde. La planta Mydibel, por ejemplo, funciona casi al 100% con desechos de papa. "Pero los agricultores deben pagar para que las papas se conviertan en otra cosa", dice. "Entonces, esta no es la solución ideal cuando el dinero es escaso". Él dice que por primera vez el sector ha pedido ayuda a la Unión Europea y al gobierno belga, y espera que se otorgue algún apoyo. La cooperación ya es evidente en un proyecto. Las autoridades de Flandes comparten el costo con el proveedor de papa Pomuni para suministrar 25 toneladas por semana a los bancos de alimentos de la región.

Los restaurantes no volverán a abrir en Bélgica hasta al menos junio, y otros países de destino importantes para productos congelados también siguen el mismo tipo de calendario. Por lo tanto, no hay forma de que se utilicen cientos de miles de toneladas de exceso hasta finales de junio, cuando comenzarán a pudrirse.

Cools agradece cualquier ayuda, por pequeña que sea. La popularidad de su sugerencia lo alentó tanto que espera lanzar una campaña SOS - Save Our Potatoes en los supermercados de todo el país. Él dice que cada bolsa adicional que un comprador lleva a casa libera un poco más de espacio en otro lugar, en el otro extremo de la línea.

Es cuidadoso al decir que los consumidores también deben dejar espacio en sus dietas al renunciar a otros alimentos. "También me encanta la pasta y la pizza", dice riéndose. "Pero esta vez tiene que terminar. Lo siento".