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Europa 06/08/2025

España: Los productores canarios complicados para vender su producción de papa

Unos siete millones de kilos de tubérculo ‘del país’ siguen almacenados en cámaras frigoríficas de las Islas a la espera de poder ser comercializados a precios remunerativos para el agricultor, siempre que la competencia externa lo facilite.

Canarias vuelve a sudar la gota gorda para vender o colocar en el mercado interior su papa fresca de primavera-verano, la principal oferta local en todo el año y, en casi todos los casos, la que más renta aporta al cultivador isleño de las variedades más consumidas, las llamadas blancas (el comportamiento de las variedades de color de Canarias es bien diferente, las llamadas comúnmente papas bonitas y las amparadas por una denominación de origen protegida -DOP-).

Este 2025, la cosecha temprana (con dominio del secano), que es la que se recolecta entre mayo y junio, e incluso a veces a principios de julio, no ha sido mala, sino más bien aceptable, lo que debe permitir, en condiciones normales, que durante los tres meses estivales y a veces en parte del otoño sea la papa del país la que reine: la que atienda en exclusiva las exigencias de consumo en Canarias.

Eso sería lo razonable y hasta lo prudente, si de verdad se apostara por el medio agrícola en las islas, y de camino por lo sostenible, pero parece que no siempre es así. Además, es justo ahora lo que vuelve a ocurrir en las islas, con daño manifiesto, mayor o menor dependiendo de la magnitud del descalabro, para los cuidadores de las tierras de cultivo, principalmente en zonas norteñas de medianías y en secano.

Tras la señal de alarma activada por la organización profesional COAG-Canarias a principios de julio de este año, con duras críticas a la gestión general del Gobierno de Canarias relacionada con esa actividad agrícola, y después de la reunión de la llamada mesa de la papa convocada por la Consejería de Agricultura el pasado 30 de julio en Santa Cruz de Tenerife (estuvo motivada por la petición de cita urgente proveniente de COAG y por la difícil coyuntura observada a finales del mes pasado para la venta con éxito de toda la papa del país), la conclusión obtenida es que, cuando hay buena producción estival de papa local (lo de este año con la temprana), siempre se debe pedir permiso a los importadores de ese mismo tubérculo, y a las cadenas de distribución minorista, para poder comercializarla al completo y a precios razonables percibidos por los cultivadores (remuneraciones sin pérdidas) de la papa del país, para muchos la joya de la corona pero...

Y ha sido esa amenaza justo la que se ha vuelto a producir o la que ya se olía en el ambiente. De ahí, la llamada de auxilio del 30 de julio pasado a los operadores isleños que la traen de fuera, a los importadores desde Reino Unido, Egipto e incluso Israel, los principales proveedores externos de las islas.

A esa petición, en principio razonable, se unió otra igual de importante: la invitación a la distribución minorista en Canarias, cuatro o cinco grandes cadenas, principalmente, para que, mientras haya producción local, se prefiera llevar a los puntos de venta este último género y no el de fuera, el que se trae desde puertos muy muy lejanos, con huella de carbono por las nubes y un alimento que no es de proximidad, como sí ocurre con el canario. El resultado está aún por ver.

En la actualidad, según fuentes consultadas en el sector productor y en las organizaciones profesionales agrarias, hay en torno a siete millones de kilos de papas del país en cámaras frigoríficas; esto es, pendientes de ser vendidas y distribuidas en el archipiélago, un volumen que, en condiciones normales, alcanza para atender gran parte del consumo medio mensual en Canarias, lo que incluye la demanda que propicia la actividad turística.

Para esa cantidad es la que se pide el favor, pues, si los importadores se apuran a meter papa de fuera, en especial de Reino Unido, el negocio restante de la papa local se puede ir al traste, y no será la primera vez que así ocurra.

En juego hasta cinco millones de renta agrícola local

Hay en juego algo más de cinco millones de euros en renta agrícola local, si la papa se logra pagar al cosechero a 0,70-0,75 euros por kilo o algo superior a eso. Sin ya entra la de fuera o está en camino, el lío estará montado, y el esfuerzo de muchos meses igual no servirá para nada o para mucho menos de lo deseable y justo. Otra vez más.

Para atender ese loable motivo, la Consejería de Agricultura otra vez ha reunido a todos los agentes implicados en la papa, de manera que se pueda conceder una especie de amnistía al tubérculo local y ello implique que la papa de fuera entre en las islas un poco más tarde, solo algo más tarde, para aplicar así el principio más sensato de salvar la cosecha principal del año en las islas, la de papa temprana. Luego ya se dará vía libre a lo que viene de fuera: el tubérculo traído por importadores que no son ni representan a los productores locales y otros que son productores locales y a la vez representan a los agricultores de papas de las islas. Este es el caso bien conocido de Ángela Delgado, presidenta de la cooperativa Casmi y vinculada a la cooperativa Garañaña y la empresa Cadimisa, firma importadora de papa de Israel, entre otras procedencias. Ángela Delgado también es presidenta de la organización profesional agraria Asaga Canarias.

En la citada reunión de la mesa de la papa, según nota de prensa posterior difundida por la Consejería de Agricultura, “la presidenta de Asaga Canarias aseguró que ‘es necesario que tengamos papa de fuera cuando no hay en Canarias y papa del país, para que sobrevivan nuestros productores’, de manera que exista ‘una convivencia pacífica’ entre la producción local y la importada”. Se sabe que no siempre es así y además que la convivencia no es pacífica.

En el lado opuesto, la defensa de la presidenta de COAG Canarias, Mari Carmen Pérez Castellano, que, según el mismo comunicado, “se refirió a la importancia de apostar por la producción local frente a las importaciones, de manera que ‘los agricultores de nuestras islas puedan defender su producto y obtener un precio justo para poder seguir adelante”. De la importación, mejor ni hablar.

El consejero Narvay Quintero y su petición de un euro por kilo

Pese a que el consejero de Agricultura, Narvay Quintero, no ha desperdiciado oportunidad ni foro para subrayar que la papa blanca del país se debe pagar a un mínimo de un euro por kilo, el precio “justo” percibido por el cosechero, bien sabe que eso pocas veces ocurre, y esta campaña de verano no ha sido la de la excepción.

Ha habido mucha papa entregada a las cooperativas o comercializadoras de este producto local sin precio fijado de antemano y otras partidas con valores de intercambio que han oscilado en primera transacción entre los 0,70 y 0,75 euros por kilo, siempre antes de las ayudas que se reciben con cargo al programa Posei (el apoyo público directo por superficie cultivada y por kilo comercializado).

Como se ha dicho, la demanda habitual al mes de papa en Canarias es de 13 a 15 millones de kilos, con un consumo total de tubérculo, la suma de la producción local y la oferta importada, de unos 170 millones de kilos por año. De esta cantidad anual, algo más del 50% es papa del país, mientras que el resto llega de fuera de las islas y de España. ¡Tiempos aquellos en que Canarias exportaba a Inglaterra papa de invierno producida en los sures del jable de Tenerife!

Por razones fitosanitarias, no se puede traer papa de la Península, igual que no se puede expedir al resto del territorio nacional ni a la UE la que se produce en Canarias, en este caso por la presencia de la polilla guatemalteca. Es otro obstáculo no resuelto tras tantos años de presencia en el campo isleño de esa plaga importada.

La papa, cada vez con menos superficie cultivada en las islas

Según estadísticas del Istac que utiliza como fuente el Gobierno de Canarias, en 2023 la producción de papa local alcanzó las 78.304 toneladas (casi 80 millones de kilos), con una superficie en cultivo de 6.710 hectáreas, y bajando. En diez años, de 2013 a 2023, el ejercicio anual con datos más recientes, la superficie cultivada se ha reducido casi el 40% y la producción recolectada, el 25%; la importación poco a poco se impone en el mercado isleño, pese a los 100.000 residentes más y al aumento de turistas en cuatro millones anuales en ese mismo decenio.

Fuente: eldiario.es


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