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Argentina 02/11/2025

Argentina (Patagonia): Avanza el cultivo de papa con riego por pivot en regiones áridas

En Carmen de Patagones y Luis Beltrán, Martín Pasman hace agricultura donde antes reinaba la aridez. Como en otras provincias, rota varios cultivos para poner a la papa en el centro de su negocio.

En el norte de la Patagonia, uno de los mayores productores de papa de la Argentina decidió echar raíces. Martín Pasman, ingeniero agrónomo y quinta generación de una familia ligada al campo, lleva décadas desarrollando proyectos agrícolas de alto rendimiento en distintas provincias del país. Pero es en el Valle Inferior y Valle Medio del río Negro donde encontró el escenario ideal para combinar tecnología, eficiencia y desarrollo productivo.

Tal es así que casi la mitad de su producción de papas está concentrada entre Carmen de Patagones (Buenos Aires) y Luis Beltrán (Río Negro), donde además produce cebolla, trigo y maíz bajo un sistema de riego de precisión que convierte suelos áridos en campos fértiles. Desde su faceta de productor y técnico, se define como un apasionado por “transformar ‘una vaca cada 20 hectáreas’ en agricultura intensiva”, convencido de que el futuro del agro argentino está en el riego y en la puesta en producción de zonas hoy desérticas.

Un grande de la papa aprovecha el río Negro

El negocio papero de Martín Pasman tiene una magnitud considerable: maneja alrededor de 90 pivotes de riego distribuidos en Córdoba, San Luis, sur de Buenos Aires y la cuenca del río Negro. Produce papas durante todo el año para consumo fresco y para abastecer a las tres industrias de papas fritas que existen en la Argentina: McCain (en Balcarce), Simplot (en Mendoza) y Lamb Weston (en Mar del Plata).

“Abastecemos el mercado todos los meses del año. Mientras en algún lugar estamos sembrando, en otro estamos cosechando”, resume. Esa estrategia le permite cubrir la demanda constante de un alimento esencial. En Patagones y Beltrán, por ejemplo, siembra entre septiembre y octubre y cosecha de enero a junio. Desde allí, abastece con una papa de calidad sobresaliente a todo el país, sobre todo a las provincias patagónicas.

De las 3.000 hectáreas que dedica a la papa, alrededor del 50% se encuentra en la cuenca del río Negro. En Carmen de Patagones, su campo propio “El Carbón” cuenta con un total de 1.750 hectáreas bajo riego y 23 pivotes. En Luis Beltrán, produce en un campo arrendado a McCain sobre 1.000 hectáreas irrigadas con 20 pivotes activos. “Empecé entre Córdoba y Buenos Aires, pero después empecé a mirar al sur”, recuerda. Su primera visita al valle en los años noventa fue suficiente para quedar “fascinado por el río y por todo lo que podía hacerse con riego”. Desde entonces, su apuesta por el sur no hizo más que consolidarse: “Hoy, la mitad de nuestro negocio papero está sobre el río Negro”, afirma mientras mira el polvo levantado por el viento patagónico y por las máquinas sembradoras de papas

Los rendimientos acompañan esa decisión. En ambos campos logra entre 55 y 60 toneladas de papa por hectárea. Eso, sumado a su gran escala, lo coloca entre los productores más eficientes del país.

Papas en la Patagonia: eficiencia y sustentabilidad con tecnología y manejo

La base del sistema de Pasman es el riego por pivote central, un método que conoce a fondo y defiende con convicción. “Es el sistema que más se adapta a cultivos extensivos. Nos permite una gran operatividad, los manejamos todos por telemetría, desde una computadora o un teléfono, con una eficiencia del 90% y muy baja demanda de mano de obra”, explica.

Su relación con la empresa Valley (de la que es presidente en Argentina y mediante la cual participó del desarrollo de proyectos en Río Negro) refuerza esa elección. En cada campo cuenta con estaciones meteorológicas propias, con las que mide temperatura, humedad, radiación y viento para ajustar el riego con precisión. “Calculamos el balance hídrico como una cuenta bancaria: cuánto saca el cultivo y cuánto le estamos echando. Todo está muy medido, porque el agua es un recurso escaso y regar es costoso.”

En cada ciclo de papa aplica entre 800 y 900 milímetros de agua, regulando el ritmo según la evapotranspiración del cultivo. “Con el pivote podemos ir muy finos. Le ponemos la cantidad de agua que el suelo puede retener, sin excesos”, explica. En su esquema productivo, cada campo tiene mapas de suelo y programación ajustada por sector, lo que le permite regar más lento en zonas arenosas y más rápido en las arcillosas.

El manejo agronómico también está pensado para sostener la productividad. La rotación típica es papa, trigo, cebolla, trigo, papa, trigo, trigo, papa. “De cebolla hacemos menos volumen, de papa hacemos más. Si sacás una foto satelital al campo, vas a ver 25% de papa, 50% de trigo, 12,5% de cebolla y 12,5% de maíz”, detalla. El trigo producido en ambas localidades se destina a exportación vía Bahía Blanca, mientras que el maíz se vende localmente a feedlots de la región. Los rindes promedian los 14.000 kilos por hectárea en grano de maíz y 7.000 en trigo.

En cuanto a variedades de papa, destacan Spunta para consumo fresco (de piel fina, suave y clara) e Innovator para industria, de mayor materia seca. “Una tiene 20% de materia seca, la otra 16%. La Spunta es la que comemos todos los días, la Innovator es más reticulosa y de piel gruesa, pero frita es excelente. Un ñoqui con esa papa es un sueño”, comenta con entusiasmo técnico y gastronómico.

Desarrollar con riego en el desierto

Más allá de su escala y su tecnología, Pasman se define por una vocación: desarrollar campos. “A mí me encanta transformar ‘una vaca cada 20 hectáreas’ en 60 toneladas de papas por hectárea, o en 14.000 kilos de maíz por hectárea. Argentina tiene un potencial enorme en transformarse con riego”, sostiene. Su preferencia por zonas desérticas no es casual: todos sus campos productivos están en lugares donde llueven menos de 500 milímetros al año. “Si no riego, no produzco nada. Pero me gusta producir así. Me gusta ver cómo el riego cambia todo”, afirma.

Esa mirada explica su apuesta por la cuenca del río Negro, un territorio que considera de enorme potencial. “Esta región tiene todo para desarrollarse: agua disponible, suelos aptos, clima favorable. Con rotación, siembra directa y riego, se puede transformar por completo”, asegura.

Desde su campo sobre la margen norte del río, Pasman combina la mirada del ingeniero y la pasión del productor. Mientras continúa ampliando su sistema de riego y rotando cultivos, insiste en que el futuro del agro argentino pasa por aprovechar el agua con inteligencia. “Con riego, cualquier zona puede cambiar su destino productivo. Solo hay que animarse a desarrollarla”, concluye.

Fuente: Diario Río Negro


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