Información Técnica: Con el zinc, la papa tiene un plus de rendimiento garantizado
Es un micronutriente clave para elevar la cantidad de toneladas por hectárea. Stoller Argentina & Uruguay propone un fertilizante con aporte hormonal que acelera la emergencia y mejora el desarrollo de raíces.
A nivel mundial, la papa es el tercer cultivo más consumido, por detrás del arroz y del trigo. En Argentina, es un alimento clave en la dieta: se consumen cerca de 60 kilos por habitante, por año; es decir, más que lo que se demanda, por ejemplo, de carne vacuna (alrededor de 50 kilos en la actualidad).
En los últimos 30 años, el área cosechada se ha ido reduciendo, pero la producción, sin embargo, aumentó. Esto se logró gracias a una mejora en los rendimientos y la calidad de la semilla utilizada, y también a otro factor clave: la fertilización.
Por ejemplo, según un informe elaborado por la firma Stoller, un cultivo de papa de 50 toneladas por hectárea extrae aproximadamente 450 gramos de zinc, y la absorción máxima se presenta en dos picos, a los 45 y a los 90 días después de la siembra (DDS). En tanto, lo usual es que a los 110 días se produzca una traslocación desde la parte aérea de la planta hasta el tubérculo.
“El zinc es un nutriente altamente requerido en la etapa inicial del cultivo ya que tiene una función crucial durante la etapa inicial de desarrollo, como lo es la de promover el crecimiento radicular. Esto se debe a su participación en la biosíntesis del ácido indolacético (AIA), una fitohormona que promueve el crecimiento de la planta, estimulando distintos procesos fisiológicos dentro de la misma, como la división celular, el alargamiento del tallo, el crecimiento radicular (producción de raíces adventicias) y diferenciación de haces vasculares, entre otras”, destaca el estudio.
Asimismo, menciona que es fundamental tener una disponibilidad continua de zinc en la zona de raíces durante el crecimiento de las plantas, ya que permite controlar la exudación de compuestos ricos en carbono, y en consecuencia reduce drásticamente la infección de raíces por patógenos de suelo.
El impacto es claro: en general, fertilizar con zinc a la papa puede generar una respuesta promedio en rendimiento de entre 5% y 24%. Pero a esto se suma que, en sitios con deficiencia, la fertilización puede incrementar el porcentaje de materia seca y de almidón en tubérculos.
En este marco, trabajos realizados en los últimos años en la Unidad Integrada Balcarce del Inta muestran una respuesta promedio, en rendimiento de tubérculo fresco, de 7,9 toneladas por hectárea para zinc.
Refuerzo hormonal
Un aspecto clave a tener en cuenta es que el zinc se puede obtener de distintas fuentes: las más comunes son óxidos y sales, mientras que la tendencia mundial se inclina cada vez más hacia las formulaciones de micronutrientes quelatados.
“El quelato es un complejo que recubre a la molécula de zinc y que nos permite aplicar el nutriente al suelo sin que este se precipite, siendo más asimilable por la planta y pudiendo agregar una dosis grande sin que sea fitotóxico”, remarca Stoller.
Asimismo, el complejo quelatado es más eficiente, porque si bien la concentración del nutriente es menor que en el caso de los compuestos minerales, está en un 100 por ciento disponible para la asimilación del cultivo o planta. En cambio, un compuesto mineral que carece de protección, al entrar en contacto con el agua de aplicación o solución del suelo, puede reaccionar y precipitar generando ineficiencias y desperdicios, y también fitotoxicidad.
Bajo este panorama, la propuesta de Stoller para potenciar el rendimiento de la papa es el uso del fertilizante líquido Radus, formulado con tres hormonas promotoras de crecimiento (Auxina, Citoquinina y Giberelina) y zinc quelatado, recomendado para aplicaciones a la plantación (fondo de surco).
“Una aplicación de 6,5 litros de Radus por hectárea equivale a aportar 546 gramos de zinc, lo cual representa más del 100% del requerimiento de un cultivo para un rendimiento de 50 toneladas”, afirma Stoller.
De acuerdo con la compañía, más de 20 ensayos realizados durante las últimas dos campañas, combinando distintos ambientes, variedades y fechas de siembra, permiten afirmar que la aplicación de esta dosis logra dos objetivos que impactan en los rindes:
1) Reducir el período siembra-emergencia. El cultivo comienza su actividad fotosintética anticipadamente y, con ello, acelera la acumulación de reservas para el resto del ciclo. Además, una rápida emergencia impacta positivamente en el control de malezas
2) Mayor desarrollo radicular. Más raíces, y más fuertes, generan una mayor y más eficiente absorción de agua y de nutrientes. Esto, además de aumentar la productividad del cultivo, es un factor clave en la tolerancia y la recuperación de la sequía y otros tipos de estrés.
Asimismo, las raíces son el sitio de síntesis de las citoquininas, hormonas que cumplen su función en la parte aérea promoviendo la ramificación de la planta, la expansión foliar y la fotosíntesis ya que participa en la producción de la clorofila.
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Fuente: Depto Técnico Stoller Argentina & Uruguay