Argentina: La papa mendocina enfrenta grandes desafíos en una campaña con precios por el piso
El evento Habemus Papas puso en evidencia el potencial del cultivo en la provincia y abrió el debate sobre el futuro de la cadena productiva.

El evento sirvió para potenciar el intercambio de conocimientos adquiridos por parte de expertos dedicados a investigarla. Uno de los primeros exponentes en compartir sus saberes en los paneles estipulados en el programa del encuentro fue Federico Fulligna, referente en la temática del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) - La Consulta. Al dar a conocer el panorama general de la producción de papa a nivel nacional, Fulligna detalló que en el país existen 85 mil hectáreas cultivadas, la mayor parte concentrada en el sudeste de Buenos Aires; una zona en la que el cultivo de papa es predominante y que concentra entre el 50 y 55% del total de hectáreas cultivadas.
En el mapa argentino, el territorio cultivado con papas ocupa la zona centro (Córdoba y San Luis, principalmente) con el 30%; Tucumán con el 9% y, según el año, entre el 6 y 7% en Mendoza. Lo cierto es que, de ese total de producción, el investigador detalló que entre el 50 y 55% de las variedades cosechadas se utilizan para consumo directo; el 30-35% se destina a los diferentes usos en la industria y entre el 5 y 6% vuelve a la tierra para ser implantada como “semilla”.
En Mendoza, los datos indican que la mayor superficie del cultivo de papa está concentrada en el Valle de Uco, Tupungato y San Carlos en su mayoría, donde se registra un porcentaje aproximado de entre el 65 y 70% de la superficie cultivada con papas. Mientras que en el primer departamento se concentran en su mayoría las variedades destinadas al consumo habitual en los hogares, en el segundo predomina la papa destinada a industria y el cultivo de Simplot. Hacia el sur provincial, en tanto, se desarrolla el cultivo de papa semilla, con un porcentaje de cobertura estimado entre el 10 y 15% del total. En tanto que en las zonas este y norte de Mendoza se concentra el resto de la producción de papa mendocina.
Así, en los tres eslabones que forman parte de la cadena de producción de papa, aparece la papa que se utiliza como semilla de nuevas producciones, la papa que se comercializa al consumidor final y aquella que se destina a la industria. Entre las variedades destacadas, la denominada “Spunta” es la predominante, en función de sus características: es más estable y sencilla para ser cultivada en comparación con el resto de las variedades. En tanto que la “Sagitta”, de alta calidad, ha comenzado a extenderse para ser destinada a la industria.
En ese sentido, el crecimiento de la industria del deshidratado en Mendoza ha posicionado a la provincia en un lugar de privilegio dentro del mapa nacional. La calidad de la papa se define en forma característica para cada uso y tiene que ver con la forma de los tubérculos, el tamaño, la ausencia de enfermedades y defectos, el sabor y la textura. Otros factores que determinan su calidad tienen que ver con aspectos tales como la atracción visual, las preferencias culinarias de los consumidores y la capacidad para satisfacer las demandas del mercado.
Precios bajos para el consumidor y escasa rentabilidad
Omar Carrasco, presidente de la Asociación Frutihortícola de Mendoza, destacó que la producción de papa en la temporada actual se ha registrado en los niveles esperables en cuanto a volumen. Sin embargo, destacó que, en comparación con años anteriores, el tubérculo “desde hace tiempo que está valiendo el precio de costo; con lo cual las inversiones no se llegan a cubrir con la venta lograda”. Carrasco señaló que en la actualidad una bolsa de papas se comercializa muy por debajo del costo.
“Las ventas están muy caídas, no hay efectivo; no hay dinero y las ventas se han frenado muchísimo. Entonces los precios no se mueven. A raíz de eso, muchas mercaderías, como en el caso de la papa”, advirtió Carrasco al referirse al contexto nacional, y detalló que, al ser bajos los valores de venta, los productores se ven con la complejidad de no poder cubrir los costos. “Lo mismo pasa con la cebolla, con la zanahoria, con la lechuga y el tomate”, aclaró el presidente de la asociación.
Desde el punto de vista de los productores de papa a nivel local, la realidad muestra esa misma complejidad: “El tema de papas, a nivel productivo en Argentina, está atravesando un año de mucha producción y de bajos precios que no le es rentable al productor”, indicó un productor y comercializador mendocino de papas, e indicó que “para el año que viene puede ocurrir que se vuelva a tener un año más auspicioso”.
Malargüe, cuna de la papa semilla
Guillermo Aguado es productor de papa para semilla y cuenta con su producción en el departamento de Malargüe. Desde la experiencia lograda en base a la dedicación que a lo largo de los años le ha llevado lograr su producción, destacó que uno de los desafíos más complejos relativos a este sector del campo mendocino tiene que ver con la susceptibilidad del cultivo a los virus que se traspasan a medida que se realiza la reproducción del tubérculo a través de los propios brotes. El resultado es que esta situación —traspaso de los agentes en el proceso de reproducción— conlleva un riesgo de disminución en el volumen total de papa producida.
Su vocación por lograr una calidad de papa premium en tierra mendocina está íntimamente ligada a su historia: corrían los años 40 y 50, cuando en la provincia la papa semilla era importada desde Holanda. Debido a las complicaciones surgidas en ese período, signado por una alta dependencia del país extranjero, un grupo de productores se unió con el objetivo de dar los primeros pasos para instaurar la producción local de la papa que sirve de semilla. Integraban ese grupo de emprendedores de la tierra el tío y el padre de Guillermo Aguado. El objetivo de fondo que unió a esas generaciones fue, de hecho, lograr cosechar de la tierra una papa que estuviese libre de virus.
Para ello, comentó el productor, complementó su experiencia con la creación de un laboratorio que sirve de invernadero y que se destina a obtener plantas pequeñas que luego son plantadas y cosechadas, para dar lugar a nuevos tubérculos sanos que más tarde se comercializan entre los productores. Ese proceso, explicó Aguado, demora entre cuatro y cinco años. Al dar cuenta de los cuidados que se requieren para lograr resultados de alta calidad, el productor explicó que este proceso se debe realizar en zonas más bien aisladas, que no impliquen que los nuevos cultivos presenten riesgo de contagios con agentes de plantaciones cercanas. Mosquitos, pulgones y virus forman parte de las amenazas más frecuentes para el cultivo de papa.
La importancia de cuidar la trazabilidad de las papas semilla no es menor y, de hecho, hay ejemplos en el extranjero de casos en los cuales los productores se ven imposibilitados de conseguir este cultivo “madre” sin que presente algún nivel de contaminación de tipo biológico. Por eso, gracias a las iniciativas gestadas por parte de los productores malargüinos, fue posible situar a Argentina como uno de los países con mayor tasa de renovación. “Los productores, generalmente, todos los años compran papas semilla porque entienden que cada vez tienen mejor producción”, destacó Aguado y puntualizó que el productor por lo general necesita abastecerse, y que inclusive hay casos en los que la plantación se realiza una vez, se hace semilla y luego se vuelve a la producción de consumo. De este modo, aclaró, es posible aplicar un efecto multiplicador. Córdoba y Buenos Aires son provincias que se valen de las papas semilla producidas en Malargüe; lo que se busca en estos casos es el vigor y la garantía de sanidad que representa el producto local.
Los desafíos que afronta el sector productivo de la papa no solamente incluyen la amenaza de enfermedades. Es que si bien por estas tierras la temporada promete altos niveles de producción, lo cierto es que los precios del cultivo van en baja y, por lo tanto, se registra un descenso de los precios de papa semilla para la venta. En ese sentido, Aguado destacó, al referirse a la rentabilidad de este año, “que los productores están perdiendo más de la mitad de lo invertido. Una hectárea de papa sale a ocho mil dólares. Sembrarla, dejarla en condiciones de ser cosechada”, destacó Aguado, al comparar con el precio para la venta, que ronda entre los cuatro a cinco mil dólares por hectárea.
Al referirse a la situación de la macroeconomía, el productor malargüino destacó que lo ideal a nivel nacional, en lo que a producción de papa se refiere, sería poder exportar más del 50% de la producción, de manera que ingresen dólares, aunque esa posibilidad se ve limitada debido a los altos costos. Si bien en los casos en que no se consigue papa semilla en los países europeos, la situación puede representar una oportunidad para los productores locales, la realidad indica que las condiciones económicas son complejas. Por eso, un primer paso para lograr mejores perspectivas —aclaró Aguado— es la posibilidad de que el dólar se mantenga estable. “Estabilizar el dólar es un logro. Y después tenemos que salir a competir con calidad y precio afuera”, evaluó Aguado.
Juan Gómez Saá es productor de papa semilla en la estancia La Alejandra (La Carrera, Tupungato). Destacó que es necesario reforzar la labor de los productores y los feriantes, ya que la etapa actual exige al sector definir cuál es la variedad que se desea desarrollar. Ese aspecto —aclaró— depende de “la adaptabilidad al suelo, a la falta de agua o exceso de agua, al granizo”.
Una vez cumplido ese paso, el siguiente será certificar la semilla para darle certeza al comprador en relación con la calidad de la semilla, garantizando que se encuentre libre de virus.
Papa andina, la variedad que crece al pie de la cordillera
La experiencia de Eduardo Barraud sobresale al hacer referencia a la producción de papa andina en Mendoza. En su caso, desde hace ocho años produce la hortaliza en la zona de Uspallata. Su historia de perfeccionamiento para lograr cosechar de la tierra papas de alta calidad, que antes no eran cultivadas en la provincia, comenzó luego de realizar un viaje a Perú. Fue en esa aventura cuando el mendocino comprendió que la papa tiene colores, diversidad y sabores que no se limitan a algunas variedades puntuales. Luego de contar con el debido asesoramiento técnico por parte de los profesionales del INTA, Barraud se animó a la tarea de trazar los primeros surcos iniciales con algunas variedades traídas de tierra peruana.
Fue en esos meses en que la experiencia comenzó a sumar información certera en función de las condiciones de adaptabilidad al clima de Mendoza que presentaba el cultivo. Así, al menos cuarenta variedades ya han sido exploradas por este productor, de las cuales 14 fueron las elegidas para continuar con la producción en la zona de Uspallata.
Uno de los mayores desafíos fue, en su caso, vender su producción. “Estamos en desarrollo en ese aspecto. Nosotros hemos empezado de la mano de Sueño Verde, en Buenos Aires, y de Ríe la Huerta, acá en Mendoza”, comentó el productor local y aclaró que, en el último caso, la producción se comercializa entre los productos agroecológicos a domicilio.
En relación con la producción lograda este año, Barraud estimó una cosecha de 110.000 kilos, un volumen alto en comparación con el logrado hace ocho años, cuando el total cosechado llegó a 700 kilogramos. “Crecimos en cuanto a volumen, fuimos reproduciendo las papas, de manera de tener más semillas. Y desestimamos aquellas semillas que tenían poca producción, centrándonos en las que tenían mayor volumen, potencial y colores; preferimos que tengan antioxidantes, que son las que al público más le llaman la atención, las más diferentes a las papas tradicionales también”, detalló el productor y describió que en el sector gastronómico existe un nicho al que, desde su emprendimiento productivo de papa andina, ha sido posible dar una respuesta de calidad. De hecho, la distribución se realiza en al menos 20 restaurantes en los que la hortaliza se distribuye de manera directa. “Creo que hay todavía mucho por hacer, es el eslabón en el que tenemos que profundizar”, expresó el productor, uno de los pioneros en la producción de esta variedad de papa en Mendoza.
Fuente: losandes.com.ar