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Argentina 24/12/2025

Argentina: La producción de papa tuvo un 2025 para el olvido

La producción de papa en nuestro país atraviesa uno de los años más complejos de la última década. Según destacaron desde el sector, la actividad acumuló once meses consecutivos en rojo y cerró 2025 en medio de una fuerte crisis de precios

La falta de competitividad para exportar, el freno de las compras industriales y un consumo interno debilitado conformaron un escenario adverso que terminó de erosionar la rentabilidad del cultivo. Si bien la situación es general, el golpe fue particularmente fuerte en la provincia de Buenos Aires, que concentra cerca de la mitad de la superficie sembrada.

Dentro del territorio bonaerense, el sudeste volvió a quedar en el centro de la escena. Esa región, clave para la papa consumo, la industria y la semilla, sufrió la combinación de sobreoferta, problemas climáticos y precios que no alcanzaron a cubrir los costos, con lotes que incluso quedaron sin cosechar.

Ese panorama se reflejó en el semáforo de economías regionales de CONINAGRO, que mantuvo a la papa en rojo durante todo el año y expuso un deterioro sostenido de la actividad. En muchos casos, la crisis obligó a reducir siembras y, en situaciones más extremas, a abandonar la producción.

Para analizar el balance del año, las causas de este escenario y los desafíos que enfrenta el sector, NewsDigitales dialogó con Mario Raiteri, secretario de CONINAGRO, vicepresidente de la Federación Nacional de Productores de Papa y productor papero de la localidad bonaerense de Mechongué.

Desde su doble rol dirigencial y productivo, Raiteri repasó los números de un 2025 y describió la crítica situación en Buenos Aires -con foco en el sudeste-, cuestionó las distorsiones de la cadena comercial y planteó qué condiciones deberían darse para comenzar a revertir el escenario en 2026. 

-¿Cuál es el balance del año para el sector papero y los productores? 

-CONINAGRO tiene un semáforo con sus 19 economías regionales, entre ellas la papa. Y la papa estuvo desde el principio del año hasta el último semáforo que se hizo, en noviembre, en rojo. Debido a la grave situación que tenemos porque hubo una oferta abundante pero una demanda que se paralizó externamente porque el tipo de cambio no acompaña y además a las fábricas la ecuación no les da por sus costos internos.

Hablo de las grandes jugadoras, que son las que mandan a los países vecinos, especialmente a Brasil, en forma básicamente de prefritos congelados, que son Land Weston, Simplot, McCain y Pepsico. Esas cuatro grandes jugadoras tenían estos problemas y no pudieron sacar toda su producción. De hecho, mandaron mucha de la producción industrial al mercado de fresco y aumentaron todavía más una oferta que ha sido en todas las regiones del país generosa.

Ha habido buenas cosechas de papa y se derrumbaba incluso el precio en el mercado interno, porque además también es cierto que los salarios pueden comprar más pero hay mucha gente que está desocupada o sin poder de compra. Aunque los precios están más bajos este año que en 2024 y parece que pueden comprar más, la realidad es que los salarios de los que tienen la suerte de estar registrados no son muy buenos y sufren el aumento de los servicios y otros rubros de la economía. Por eso no se reflejó la potencia de un alimento que en la mesa de los argentinos es tan importante como en el mundo.

Es el tercer alimento del mundo la papa, así que realmente fue un año complicado. Un año que nos trae preocupación. No hay crédito, recién ahora se está volviendo más accesible, pero no hubo en los momentos de siembra de las principales zonas, hubo en el sudeste bonaerense que dejar papas sin cosechar. Me pasó a mí lo mismo que a muchos productores.

Es una tristeza ver que los costos de mandarlas al mercado no se pueden cubrir con el precio del producto y hay gente que no trabaja cosechándolas y personas que no la pueden comer, teniendo a lo mejor problemas para adquirir comida. La ves desperdiciada en el campo porque no se pudo levantar y por supuesto es un quebranto para los productores.

En general todos hemos tenido que achicar las siembras y muchos productores más chicos, de menor espalda o que no están diversificados en otras producciones, es decir que hacen un monocultivo como la papa, no han podido hacer una nueva siembra.

-La situación en la provincia de Buenos Aires, en el sudeste, ¿es prácticamente la misma o tiene alguna situación particular? 

-De entre las 90.000 y 100.000 hectáreas que se siembran en el país, la mitad se hace en la provincia de Buenos Aires: son aproximadamente 50.000 hectáreas, entre lo que hace a papa consumo, papa industria y papa semilla. 

Lamentablemente la zona que tuvo que dejar sin cosechar fue el sudeste. Yo soy productor de Mechongué -General Alvarado- un pueblito que está a 70 kilómetros de Mar del Plata, a 70 kilómetros de Necochea, a 50 de Balcarce y a 50 de Miramar: está en el centro de esa cruz y nosotros tuvimos que dejar sin cosechar, además de haber atravesado problemas con el agua y también en estas últimas tormentas, piedra. Hubo que resembrar por exceso de agua y retrasar la siembra, que todo eso significa más costos y menos rinde.

Y además, en el caso puntual de la piedra, también aumenta el costo para tratar de ponerla en carrera, aunque la planta si está más de 60 días ya no se recupera y pierde mucho del potencial de rendimiento que es necesario para cerrar la ecuación económica. En lo que hace a Buenos Aires, fue complicado con el tema de la papa. No queremos ser pesimistas, pero a la Federación le toca plantear al Gobierno que nosotros como sector y productores de un alimento tan importante precisamos políticas. Las de corto plazo son las que pueden utilizar desde la micro para ayudarnos a seguir en la actividad.

Y después necesitamos situaciones o un contexto de la macro que favorezca exportar o llegar a los países vecinos, porque lo que se vende más allá de los países limítrofes es la papa con valor agregado, la papa semilla, un valor tecnológico agregado. Pero para que vaya al consumo  necesitamos ser competitivos, tener menos costos. En la micro es menos impuestos, más créditos baratos, es conocimiento, es infraestructura para poder guardar la papa en momentos donde hay temporales y que no se produzca distorsión del precio en los mercados.

Significa también la fiscalización de la cadena. Nosotros estamos tratando como productores de trabajar en la institucionalización de la cadena y en el tener a nuestros trabajadores registrados pero precisamos también que la cadena comercial tenga en cuenta que no puede cargar el 1000% de lo que le paga el productor a lo que le cobra el consumidor, los dos elabores más débiles. No se puede haber una diferencia así sin agregarle ningún tipo de valor, con el solo costo de logística y distribución. Y no es que eso pasa porque llevamos la papa del sudeste de la provincia de Buenos Aires al Chaco o a Jujuy. Eso pasa en las verdulerías de Mar del Plata, de Otamendi, de Balcarce, en las que están al lado de la zona productora. 

-¿Qué porcentaje de la producción va hacia la exportación? 

-Afuera el 25%. Este año lamentablemente las empresas achicaron los contratos a los productores e incluso no le compraron todas las que habían contratado el año pasado. Por eso fue en vez de irse afuera, esa papa se volcó al mercado interno, deprimiendo más los precios por una oferta excesiva generada por la buena cosecha y por esta situación. 

¿La infraestructura estatal sigue siendo un déficit?

-Las rutas son muy malas pero nosotros hablamos de infraestructura al desarrollo de galpones, cámaras, frigoríficas. Tenemos ese tipo de infraestructura más directa. Grandes centros de acopio y distribución cerca de los lugares de consumo es la infraestructura que hoy falta potenciar. Y después esa diferencia entre el productor y el consumidor. Yo creo que hay costos que se han disparado, como los alquileres, los servicios y lo entiendo, pero no puede llegar al 100% la distorsión, no puede ser así.

-¿Existen ámbitos de discusión para esto para debatir sobre la cadena de producción o no están formalizados? 

-No, no están formalizados. Depende de las provincias, que tratan de trabajar en el mismo sentido que nosotros expresamos. Al ministro Javier Rodríguez  -de la cartera bonaerense de Asuntos Agrarios- le hemos hecho esos planteos, entre ellos el cuidado de la zona semillera, el mejorar la calidad de papa que se produce en esa zona que son tres municipios del centro de la provincia de Buenos Aires, San Cayetano, Gonzáles Cháves y Tres Arroyos.

Tenés la posibilidad de haber blindado esa zona a la presencia de papas andinas, papines, que traen un virus que arruina la zona semillera si se presenta, o nematodos si viene de Mendoza o si es transgénica, como la Spunta TICAR. Si la hacen en la misma zona semillera, perdemos la posibilidad porque los mercados no quieren productos transgénicos. Y está en discusión incluso la edición génica, que es suprimir o mejorar la participación de un gen de la propia papa. En cambio, transgénico es cuando sobre la papa se introducen genes de otras especies. 

 -¿Hicieron algún otro pedido a las autoridades? 

 -Ahora también fuimos a la Secretaría de Agricultura a hablar con la gente del INASE, porque la Argentina tiene un potencial para ir con semilla a lugares más lejos, porque en ese caso el agregado del valor tecnológico justifica pagar una logística o un flete de larga distancia. Una papa consumo tiene que ir a un país vecino, que esencialmente es Brasil o Paraguay. Pero con papa a semilla tenemos un potencial.

El mundo, Europa, incluso tiene zonas ya casi agotadas. Ellos siembran contra el Mar del Norte normalmente su semilla, por los vientos se expulsan los áfidos que son los principales vectores de virus, pero las siembran junto con el consumo. Nosotros tenemos la bendición de tener zonas productoras de consumo y de semilla en todo el país que están frescas, que no están contaminadas ni sobreexplotadas.

Ahí habría una posibilidad de que muchas empresas puedan volcar la producción afuera. Porque también, cuando hay una crisis como esta, los productores de semilla venden menos semillas y toda esa inversión la pierde. La inversión en conocimiento que le puso a esa papa. Y termina yendo, con suerte, al mercado a ser consumida. 

Estamos trabajando para institucionalizar la cadena, para emprolijar y evitar todo el trabajo en conjunto con la UATRE, con el gremio de Trabajadores Rurales. Nosotros tenemos trabajadores temporarios para ir mejorando las condiciones de trabajo y que sea trabajo registrado, formal.

Estamos tratando de hablar con las autoridades para corregir estas situaciones, sobre todo con las provincias, para que detecten por qué la diferencia en el precio entre el consumidor y el productor. Estamos poniéndonos exigentes en la producción de la papa a semilla y estamos tratando de abrir mercados para esa misma papa a semilla. 

Obviamente el tipo de cambio y  el costo de producción argentina dependen de la decisión del gobierno en el marco de su política económica. Si no hay un tipo de cambio favorable para exportar, estamos en serios problema. Si los costos son muy altos también y no tenemos las mismas posibilidades que las empresas de afuera, incluso no solo no vamos a exportar, sino nos va a pasar lo que pasa en otra rama de la economía, que es que va a empezar a haber papa de otros países en Argentina.

-¿Cómo proyectan el 2026 ante este escenario. ¿Es reversible o va a demandar más tiempo? 

-Todo lo hace el tiempo que es un factor que lo maneja Dios. Si hay menos papa, hay posibilidades de que el producto se defienda mejor porque tiene un mejor precio. Los costos han sido muy altos, se han utilizado ahorros y se van a sentir porque no tuvieron la capacidad de asistencia financiera con créditos.

Optimistas los productores somos siempre. La Federación Nacional de Productores de Papa trata cuando nos juntamos y tenemos las asambleas de  ser extremadamente cuidada, independientemente de la fortuna que tengamos en cada región con respecto a tener el clima adecuado para que la papa produzca al máximo, no se enferme, no le afecte la helada, la sequía, la piedra o la inundación. Eso es otra cuestión. Pero necesitamos ser cuidadosos porque hay correcciones que no vemos que estén pasando en el plano económico. 

Fuente: newsdigitales.com


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